Las limas.

Ayer por la noche a Celia le ocurrió una cosa muy curiosa. Serían las nueve de la noche cuando abría la puerta de su casa con la llave verde, la más gruesa. No, no era de las que hay ahora de seguridad, su cerradura era muy sencilla y su llave era una copia que le había dado el dueño del piso. Iba cargada de bolsas, pues estamos a principios de mes y traía la "compra grande" como ella le suele llamar. Cerró la puerta con el pie y dejó rápidamente toda la carga en la encimera de la cocina. Se sentó para descansar 5 minutos mientras repasaba el ticket del super. Le habían cobrado un kilo de limas que ella no había comprado.

- Genial - pensó - y ahora a ver como pruebo que no me llevé las limas. Empezó a colocar la fruta en el frutero, el champú y papel higiénico en el baño, los yogures y hortalizas en la nevera, el paquete de arroz en la despensa de la izquierda... - Eh!¿Qué pasa aquí? Este armario no tenía el fondo de color verde. Celia cerró la puerta y se quedó unos segundos en stand-by, decidió seguir colocando la compra como si no hubiera pasado nada. pero llegó el momento de colocar el paquete de lentejas. Tendría que abrir el armario otra vez. Dudó, pero al final se lanzó sin querer darle importancia. Abrió la puerta de la despensa y... SHHHHHHHHHHHGLAP!

- Venga ya Celia, me estás tomando el pelo. - fue lo que le dijo una compañera de trabajo esta mañana cuando Celia le contó lo que le había pasado.

- ¡Que no Miri!- le respondió Celia con un tono entre seguro y avergonzado - ¡Te juro que es verdad!

- Pues a ver cuéntame que fue lo que pasó... - Miri seguía sin creerselo.

- Pues... no sé, vi la vida de otra manera...

- ¿De que manera?

- No sé, era como si la vida estuviera reflejada en un espejo y todo era... de color verde.